Luzhniki, listo para Rusia-Argentina

El estadio Luzhniki impresiona aún sin gente y en silencio. Falta poco más de un año para que en este coliseo se abra el Mundial de Rusia 2018, y acá mismo se disputará también la final de la Copa del Mundo, pero la imaginación se descontrola cuando a uno le permiten tocar el césped del terreno, considerado el mejor del mundo por los especialistas por haber sido tratado para tener la capacidad de tolerar y adaptarse permanentemente a los cambios bruscos de temperatura.

Con lo que significa la selección para cualquier argentino, y después de haber llorado mares tras la frustración vivida en Brasil, el subconsciente intenta llevar de viaje al sujeto a través de un flash forward en el que la albiceleste vuelve a levantar la copa que alzó por última vez hace 32 años. Dan ganas de no regresar a la realidad.

A primera vista, Luzhniki está prácticamente listo para el gran acontecimiento. Resta trabajo por hacer, eso sí, en las zonas interiores y en cada uno de sus 7 niveles. Palcos vip, zonas de recreación, restaurantes y cafeterías dentro del estadio, extraordinarios miradores en el anillo circundante... Más de 2.100 operarios trabajan las 24 horas de lunes a lunes por turnos para culminar el proceso de reinvención del legendario estadio. Cuando esa labor finalice, deberán pintarse todos los rincones del estadio nuevamente para darle el acabado final a la obra que dirige y supervisa Andrei, un arquitecto de 40 años nacido en San Petersburgo, padre de dos hijos, que vive esta etapa como el gran desafío de su vida. Un reto al que le dedica, según se presente la jornada, hasta 16 horas de su tiempo.

Este jueves habíamos tenido un primer contacto visual con el estadio después de reunirnos con el director de comunicación del Comité Organizador Local y sus más estrechos colaboradores, desde fuera. Nos alertaron de que el dispositivo de seguridad era tan estricto que uno podía tener problemas de ser encontrado merodeando por las adyacencias de Luzhniki. Pero la reunión con los jefazos ha resultado tan positiva que ellos mismos nos arreglaron un tour a solas y en exclusiva para conocer cada rincón y mostrarles cómo es el estadio en el que todo el planeta posará sus ojos el 15 de julio de 2018.

Nos acompañan Yuri, un simpático relaciones públicas nacido en Siberia que rapidamente se revela como un comodín de gran importancia en el LOC 2018 por su manejo de varios idiomas, entre ellos el español, y Elena, ejecutiva del departamento de comunicaciones digitales del Comité. Cabe mencionar en esta ocasión que en Rusia, sépanlo quienes viajen al país para no tener problemas, está prohibido decirle piropos a las mujeres. A buen entendedor, pocas palabras.

Yuri y Elena, junto a Andrei, nos esperan y hacen gala de una alta dosis de paciencia. Ya que estamos dentro del estadio, y hemos accedido para contar en Argentina cómo va a quedar el mayor coliseo de Rusia frente a la Copa del Mundo, había que aprovechar el tiempo para generar la mayor cantidad de buenas imágenes que pudiéramos. Una vez finalizado el recorrido salimos por la puerta principal, cuya entrada preside una enorme estatua de Vladímir Ilich Uliánov 'Lenin', recordado líder político de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, proyectado en la primera década de 1900 por el Partido Obrero Social Demócrata ruso que él mismo fundó y comandó.

81.030 personas sentadas van a poder observar en directo las alternativas del partido que aquí se celebre. Las obras de remodelación en Luzhniki comenzaron en 2013, y los cambios han sido sustanciales en el estadio que albergó los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. Se ha eliminado la pista de atletismo, siempre útil en los estadios utilizados para competiciones polideportivas, pero elemento que exhibe características de antigüedad en un coliseo futbolero. En Argentina está el ejemplo del estadio Monumental de River Plate, que aún mantiene la pista de atletismo, algo que dificulta la calidad visual desde los sectores más alejados al terreno de juego.

En Luzhniki, una vez que se eliminó la pista de atletismo, se desplazó la pendiente de las tribunas y se consiguió el espacio para crear dos filas más de asientos, lo que le hizo ganar a la mole casi 3000 localidades más de las que tenía inicialmente. De 78.360, casi quinientas butacas menos que las que le quedaron al histórico Maracaná de Río de Janeiro para el Mundial de Brasil 2014, ha pasado a superar la cantidad de ubicaciones del estadio en el que Uruguay tejió la hazaña del Maracanazo en 1950.

 La generosidad de nuestros anfitriones permite que después de ingerir unos panchos rellenos con papas fritas, mostaza y pepinillo en lo de Marina, hagamos una salida en directo live para Canal 7 de Mendoza desde una oficina del Comité Organizador Local cedida íntegramente para la ocasión, que sirve de estudio. Vaya el agradecimiento desde estas líneas para Anton y Natalia, siempre tan atentos con nosotros durante todo el mes que duró nuestro viaje por todas y cada una de las sedes del Mundial.

A última hora de la tarde nos espera en el Parque Lefortovo una entrevista con Evelyn Soto, una ecuatoriana que reside en Moscú porque el canal RT de televisión contrató a su marido. Evelyn y Tyrone, su marido, tienen un hijo, Mathias, que se muestra encantado al igual que sus padres de que les visitemos para charlar un rato en español acerca de cómo es vivir en Rusia para hispano parlantes que llevan apenas unos meses tan lejos de su casa y sus afectos. Entre las curiosidades que rodean a la previa de esa entrevista, un barbudo que ronda los treinta años se nos acerca al escucharnos hablar en castellano mientras esperamos el tranvía para ir a visitar a Evelyn y su familia. Se llama Egor, es músico, vivió en Guatemala, y le encanta tomar mate desde que unos amigos uruguayos se lo dieron a probar un día.


Y sí. La capital de Rusia siempre se las arregla para sorprender al visitante a cada minuto, con las cosas más inverosímiles. Como que el integrante de una banda que hace música africana, se acerque a establecer contacto sólo por el gusto que le provoca recordar los tiempos en los que aprendió español para poder sobrevivir al otro lado del mundo. Ahora nos toca a nosotros empezar a llevarnos bien con el ruso y el alfabeto cirílico. "Esdrásvitia" (Hola). "Isvinítie" (Disculpe). "Vinimáñe" (Atención). "Espasíva" (Gracias), "Payáusta" (Por favor, o de nada, según el momento). Las primeras 5 cosas que hay que saber para recorrer el país, ya están incorporadas.






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