Una guía rusa muy especial

El clima en San Petersburgo es más fresco que el de Moscú. La ubicación del segundo polo más importante de Rusia, al norte del país, lo hace más crudo en la transición del invierno a la primavera. Ante la ausencia de condiciones climáticas más benignas, los jóvenes matrimonios abrigan a sus bebés en este mes de abril como si se tratara de astronautas diminutos.

Los precios en la ciudad preferida por los zares no distan de los que uno se puede encontrar en Moscú. Nos dicen que ni la capital ni "Píter" representan a la verdadera Rusia. Que sólo se trata de dos proyecciones. De poder. De omnipotencia. Algo que no se encuentra en las aldeas rurales. La simpleza y la belleza modesta que las caracteriza se extiende por todo el territorio del país, por todas las direcciones que median entre las urbes grandes.

La Plaza Dvortsóvaya y el casco antiguo de San Petersburgo, con la Columna de Alejandro (cuyos 47,5 metros de altura la convierten en la más alta del mundo en su especie) enclavada en 1834, aparecen ante la vista apenas se cruza la arcada del Cuartel del Cuerpo de Guardias.

Recorremos el lugar junto a Yulia, una peterburguesa que habla de manera excelente el idioma español al haber vivido en Ecuador durante 10 años junto a Luis Enrique, su difunto marido. Yulia ama Guayaquil casi tanto como San Petersburgo. Volvió a su país natal junto a su hija Margarita después de que falleció su esposo, y trabaja como traductora profesional y guía turística. Es un encanto de mujer, y ha sido de gran ayuda para Carolina y para mí en esta bellísima ciudad que ha dado a luz a un sinfín de políticos importantes para el país, comenzando por el propio Vladímir Putin, actual presidente de Rusia.

Yulia se hizo tiempo para mostrarnos el interior del Palacio de Invierno, los salones del Museo Hermitage, y las vistas al Río Neva. En San Petersburgo, glamur al margen, también observamos alguna que otra persona viviendo en situación de calle, e incluso topamos con restos de basura en esquinas céntricas. Algo que no habíamos visto en Moscú.

Cuando Argentina juegue en esta ciudad frente a Nigeria en el tercer partido del Grupo D del Mundial, seguramente la temperatura no superará los 27 grados. Pero venir aquí antes de que la primavera se declare de manera oficial, hace necesario comprarse una ushanka, el gorro siberiano, que la propia Yulia me ayudó a calzarme. Su pelaje y sus orejeras son esenciales para superar el frío húmedo que se incrusta en la piel como consecuencia de la cercanía geográfica con el Golfo de Finlandia.

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