Día de la Victoria, Honor y Sangre Derramada

Martes 9 de mayo de 2017. Hoy hace 72 años, la Unión Soviética, con Rusia al frente, conseguía vencer al fascismo y ponerle fin a la Segunda Guerra Mundial. Para todos los rusos es un día de agradecimiento y homenaje.

Familiares y descendientes de los más de 27 millones de soviéticos que perdieron la vida en el intento de contener el avance del ejército nazi liderado por Adolf Hitler, muestran al mundo sus rostros en fotos y carteles, en una liturgia emocionante que los muestra desfilando en silencio por las principales avenidas de todo el país. Prácticamente no hay ciudadanos ni ciudadanas acá que no hayan perdido a uno o más parientes en el mayor conflicto bélico internacional que se recuerda en la historia del mundo.

Estamos acá, en la Plaza 1905, en la intersección de las avenidas Lenin y Marta, al lado de la Tribuna Oficial del llamado Parade de la Victoria, junto a los últimos héroes de guerra que quedan vivos y sus familias. Lucen sus condecoraciones, medallas y trajes de gala. Niños, jóvenes y mayores se sacan fotos con ellos, los besan, les regalan un abrazo y hasta les convidan golosinas, en una imagen que nos sorprende y conmueve a quienes venimos de países donde los militares han planificado y cometido genocidios, han arrasado las libertades individuales, y han hecho todo lo contrario de esto. De lo que deben hacer para proteger a cualquier sociedad.

Familiares y/o asistentes sociales de estos militares les han traído portando sus sillas de ruedas para que asistan a un día de gloria anual más en sus vidas, en el que las sensaciones seguramente se les entremezclan.

Maksim y Andrey, un amigo suyo en el gobierno, nos han facilitado acreditaciones oficiales con nombres rusos tanto a Carolina como a mí, y la ubicación es privilegiada. A nuestra derecha, los sobrevivientes de la guerra. A nuestra izquierda, los representantes de los medios de prensa y las distintas cadenas de televisión.

Desde las 06.00AM ha habido movimiento en este lugar para dejarlo listo y preparado y máxima seguridad en los alrededores. Cuatro horas más tarde se puso en marcha la exhibición armamentística más descomunal que hayamos visto jamás.

Aviones, tanques y carros de combate modernos, desfilando en un mix por dotaciones junto a miles de soldados, maquinaria pesada de la época de la Segunda Guerra Mundial, envueltos por una locución de voz grave y potente como la que se escucha en los muros que conducen a Mamáyev Kurgan. En este caso, más nítida. Todo lo que observamos es proyectado de manera recreativa, pero a la vez se significa en una demostración de poder que te deja perplejo. Atónito. Una niña pequeña, rubia, parece una muñeca, lleva en su mano derecha un globo con forma de tanque. La imagen sugiere un catálogo de pensamientos.

El apoyo popular es conmovedor, aunque se queda corto ante la segunda parte del desfile. Cuando centenas de miles de personas portan el rostro o los rostros de sus honorables muertos.

Cerramos la jornada pasado el mediodía tomando unas cervezas con Maksim y comiendo unso ricos panes con mayonesa de ajo, después de visitar la Catedral Sobre la Sangre Derramada.

Hermosa, y plagada de imágenes de los Romanov, fue construida entre 2000 y 2003 tras una gestión de la Iglesia Ortodoxa Rusa ante el gobierno, para honrar la memoria de los últimos zares y sus hijos, sobre cuyo destino continúa habiendo numerosas contradicciones históricas.

La misma Iglesia que despreció públicamente a la propia familia zarista después de conocerse el éxito de La Revolución, intercedió décadas después para rentabilizar tan oscuros sucesos.

Acá se dice que siempre donde han ocurrido acontecimientos siniestros o masacres, allí va la Iglesia Ortodoxa Rusa a levantar otra nueva parroquia.

“Dinero, dinero, dinero... dinero, vil metal”, suele cantar Joan Manuel Serrat.

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