Nizhni Nóvgorod en Teleférico

La estación de tren de Saransk tiene una infraestructura exterior de pueblo aislado, casi abandonado. Una escalera de escalones hechos de cemento desparejo conecta el edificio con el andén central. Las ruedas de las maletas sufren lo indecible y es absolutamente necesario para no romperlas, levantar su peso y bajar las largas escaleras haciendo equilibrio y mala fuerza con las valijas. Nos esperan 6 horas 55 minutos de viaje hasta Nizhni Nóvgorod, la última ciudad sede del Mundial que vamos a conocer. Salimos a las 09.00 AM.

 Es insólito que la tecnología en el interior de la estación provea un servicio para comprar los billetes de tren online a través una pantalla táctil, o para acceder a los libros que la gente comparte en otra máquina siguiendo el lema “llévese un libro o los que quiera, siempre que deje a disposición aquí la misma cantidad de obras literarias”, y que los accesos exteriores a los andenes todavía tengan la apariencia que tenían en 1945. Imaginamos que para la época de la Copa del Mundo, el gobierno mordavo tomará los recaudos para renovar el aspecto lamentable de estas construcciones. Más, después de que Saransk se ha modernizado en estos últimos 12 años al punto de granjearse un prestigio sólido.

Llegamos sobre las 16 horas a Nizhni, la ciudad en la que Argentina jugará frente a Croacia su segundo partido de la fase de grupos en el marco del D, el 21 de junio próximo a las 21 horas. Como siempre, un remís nos espera puntualmente para hacer el tránsfer hasta el lugar de alojamiento. En este caso se trata del Nizhni Hóstel, muy recomendable, con una ubicación estratégica excelente. En la parte alta de un codo interior detrás de dos calles céntricas. Al estar algo escondido, se mantiene aislado del ruido. A la vez, sólo una cuadra lo separa de la peatonal Bolshaya Pokróvskaya, que está a la vuelta. La principal arteria de la ciudad. Dos noches de alojamiento aquí cuestan 2.193 rublos (38,5 dólares, lo que al cambio son algo más de 730 pesos argentinos).

Anna, la directora del COL en Samara, nos había avisado que Andrey, su colega en Nizhni Nóvgorod, es un profesional detallista y muy competente. Se quedó corta. Andrey, que tiene su misma edad, como también ocurre con la mayoría de los miembros del staff que nos hemos encontrado en las distintas ciudades durante el viaje, tiene preparado un cronograma de actividades que requiere que comencemos ya a recorrer la ciudad. Y que empecemos por el Teleférico de Nizhni, una obra fabulosa que cubre el ancho del Río Volga, y conecta la ciudad con la localidad de Bor, donde residen unos 75.000 habitantes y en la que se ubica una de las fábricas de vidrio más importantes de todo el país. Entre otras cosas, porque provee a gran parte de los automóviles de la nación, de sus cristales y lunetas. Tal es el volumen de trabajo que procesa, que da trabajo a decenas y decenas de miles de personas.

La distancia que recorre el Teleférico de Nizhni Nóvgorod es de 3,56 kilómetros, y lo hace en unos 25 minutos. Fue construido en 2012 y tiene 28 cabinas. Según nos cuenta Andrey, si bien ahora hay una temperatura casi veraniega en la ciudad y casi no hay viento, viajar durante el invierno y cruzar el río a cerca de 80 metros del suelo es toda una aventura. Esa es la altura que tienen las columnas que enlazan los cables sobre los que se deslizan las cabinas.

Cada boleto para subir al Teleférico, al cual hemos sido invitados por ser representantes de la prensa internacional, cuesta 90 rublos (casi US$ 1,60, lo que equivale a 30 pesos argentinos). Esto representa un tramo. El trabajador que debe hacer el recorrido ida y vuelta para trasladarse a Bor gasta diariamente 60 pesos. La experiencia resulta gratificante y brinda un primer panorama estupendo sobre la ciudad llamada Gorki hasta 1990 en honor al escritor moderno más célebre de Rusia.

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